Flaquezas a la italiana

    Los caminos son pasos no acordados con nadie ni con nada, unicamente son pasos hacia delante,sin dejar de andar, sin permitir que alguien elija dónde quieres ir a parar.


  Quizá no encontré todo lo que esperaba en esta ciudad. Tal vez no hallé aquello que anhelaba, por lo que huí...pero estoy segura de que mi vida la guío tan sólo yo, mis errores y mis aciertos me pertenecen como mi sangre y mis labios, y perdonad la soberbia, me hace sentir fuerte,completa, viva.
   Hay un rincón llamado La Locanda que consigue que mis tristezas se conviertan en apetito, y como bien sabéis, las penas, con el estómago lleno, son menos penas. Es un local italiano, pequeñito, muy cerquita de la catedral, en el que argentinos y jovencitos preciosos de la bella Italia sirven lo mejor de la cocina de su tierra. Estos muchachitos de más de veinte años muestran no sólo una simpatía que acentúa el aroma de sus pizzas y pastas, también devuelven la ilusión por las cosas bien hechas. El vino, oloroso. La pasta, fresca. El risotto, recién hecho. Y la pizza...dios mío... la pizza como jamás la hayáis probado...gloria infinita. En mi opinión, la especial de la casa, llamada de igual nombre que el restaurante, consigue desplazar tu cuerpo hasta un mundo en el que la crema de trufas con jamón dulce te entregan la felicidad plena en forma de plato...de calabaza...de pera...acompañados con un simple toque de aceite, orégano y parmesano. ¿Y los postres? tengo por seguro que no habéis probado un tiramisú igual. Cremoso, suave, delicia de dioses, deleite de sentidos espolvoreado con cacao. Si lo preferís, también os recomiendo un helado de cava y limón con vodka. Si lo preferís, claro.
   Hice la solemne promesa de acudir aquí cada mes, pedir nuevos platos y abstraerme en su carta repleta de sabores de la Italia más deliciosa. Y hasta día de hoy, la he cumplido fielmente. Cuando las cosas no marchan del todo bien y la vida se te cae al suelo de repente, en un instante, cuesta mucho menos reaccionar a tiempo y encontrar una palabra que te saque del abismo o una solución oportuna a los males del momento. Sin embargo, no todo está perdido cuando en la calle Joaquim Pou los infortunios se hornean a fuego lento.

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